CINE, ARTE, NUEVOS MEDIOS

jueves, 12 de febrero de 2009

El asombro estético



El siguiente texto, al igual que otros que he colgado en el pasado, enfatiza el aspecto íntimo del cine de vanguardia pero proyecta también una visión más amplia del medio, y sobre todo de la práctica del cine en general. En un artículo que Gene Youngblood escribió en los años 80, consideraba que el cine no es el soporte sino “el arte de organizar un flujo de eventos audiovisuales a través del tiempo”, un arte que utiliza por lo menos cuatro medios distintos: la película, el video, la holografía y el código digital. Philippe Dubois, en entrevistas más recientes define el cine como una forma particular de pensar el tiempo, donde la imagen representa al mundo en su dimensión temporal.
Menciono estas ideas porque el optimismo de Richard Kerr, en el texto que he traducido, me hace pensar que el cine que defiende es entendido como algo que va más allá de lo material, una forma particular de pensar la imagen que puede resistir los cambios tecnológicos y, aún, la previsible desaparición del celuloide.
Este artículo ha sido traducido a partir de la versión inglesa disponible en la página de Incite! Richad Kerr es cineasta, artista y profesor de la escuela de cine de Concordia University en Montréal y es uno de los cineastas experimentales más destacados de Canadá. Les recomiendo visitar la página dedicada a su obra.

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El asombro estético
(NT: El título original es “The aesthetic WOW!”)


En tanto creador (NT: el autor emplea el término “practitioner” que podría traducirse también como practicante o profesional) y educador cuya vida ha estado dedicada al cine de Vanguardia, me han pedido reflexionar sobre el futuro del cine. Como educador trabajo con una generación de estudiantes cuyas preocupaciones o preguntas centrales son “¿Qué es el cine?”, o aún el debate más acalorado alrededor de “¿Qué cosa no es cine, o cuál es el futuro del cine?” Las preguntas sobre el futuro del cine, diría yo, son más tediosas que complejas.
Para sobrevivir como creador en el mundo de hoy/mañana del cine basado en la tecnología (NT: “techno-based cinema”) uno necesita claridad de propósito; la confusión lleva a perder el tiempo y a un ablandamiento de las ideas y de la determinación. Tengo la suerte de tener una claridad absoluta acerca de lo que es el cine y, por consiguiente , no siento pánico: es un cine individual. Todo lo demás, es decir los meta-cines en todas sus encarnaciones, son un paseo alegre –un recorrido como de parque de diversiones por la evolución de aquello que se presenta como el cine de hoy/mañana.

(Mi) cine, el cine individual, estuvo claramente enfocado en la Vanguardia Americana (NT: Norteamericana) (alrededor de los 60s/70s): un género de cine bien teorizado (restrictivo y de elite, hay que reconocerlo). Sin embargo, era un tiempo glorioso para ser joven, ingenuo, y curioso por un cine que era desafiante pero riguroso (y ser ambicioso en el compromiso con respecto al lugar del cine “propio” en el diálogo más amplio de las artes).

Ese cine, que se convirtió en (mi) cine, abrió un camino para la individualidad, el cuestionamiento, y la educación de mi propio ser. Personalmente, (mi) cine se basaba en la búsqueda del asombro estético: la experiencia de aquellas proyecciones le daban forma a nuestra musa y a la relación que uno tenía con su propio futuro en el cine. Aprender desde el campo de batalla de la vanguardia tiende a impulsar las ideas que uno tiene sobre lo que el cine puede y no puede ser.

(Mi) cine, reducido y puro, es luz, tiempo y espacio: ritmo, o el darle forma al tiempo a través de la proyección de luz. La especificidad del medio, la forma, la estructura, y la poética son aquello a lo que respondo para cualquier (para todo) cine. Por el bien de mi cordura, debo tener claridad y determinación para estar preparado ante las exigencias del futuro del cine. El ansioso cuestionamiento sobre el futuro del cine se ha intensificado debido a la llegada acelerada de la tecnología digital. Sólo a través de una práctica diaria de interacción con la tecnología digital se hizo evidente que todo esto era algo nuevo: una nueva estética, nuevos valores. Sería bueno para mí, tener en claro qué fue lo que aprendí y qué era lo que era cierto de (mi) cine, pero debería estar preparado para dejar la “vieja escuela” y regresar a la “nueva escuela” … PARA SIEMPRE (Una idea de Tom Sherman, y una lección mía).

En tanto creador, me aproximo a las preguntas sobre el futuro del cine a través de una práctica diaria e intuitiva y juego con los “nuevos” materiales, híbridos y tecnologías. Sigue siendo verdad en la práctica; el sentimiento encuentra a la forma. No hay mucha presión con respecto al futuro cuando uno está obsesionado y preocupado por el trabajo previo a uno mismo.

En tanto educador, aquí es donde empieza la provocación. A medida que retrocedo para observar estas complejidades míticas acerca del futuro del cine, me siento empujado a transmitir optimismo y entusiasmo a las nuevas generaciones de creadores (con algunas reservas, no acerca de la dirección misma del cine sino acerca del futuro del creador). Con la actitud correcta, una comprensión de la historia, y una determinación clara, la práctica del cine del futuro se ve excitante y con un potencial ilimitado. ¡Prepárense! Y comiencen a crear… El cine siempre ha sido impulsado por la tecnología y el creador siempre ha abierto el camino. Los problemas desconocidos del cine no tienen que ver con la tecnología y el acceso, sino más bien, con los valores que la tecnología digital pide y ofrece. Con la revolución digital viene una “nueva” democracia de la creación. Esta nueva democracia llega con una fragmentación crítica y cultural.

La democracia y la fragmentación han abierto el terreno del juego: todo el mundo puede ser un artista, todas las voces son legítimas, el crítico se ha ido a su casa, el canon del pasado está seguro, y el creador puede jugar libremente tomar riesgos (sin arriesgarse) (NT: el autor escribe “be risqué (but not risky)). Aunque la presión por ser popular está ahí, la presión de la calidad dada por “la prueba del tiempo” ha disminuido. En la práctica del cine digital, no hay un jefe y no hay censores; estamos cerca del sueño Godardiano de la autoría libre. La libertad de creación no es el problema. El verdadero problema es: ¿Qué va a hacer el creador con toda esta democracia y libertad de producción inducida por la tecnología? ¿Se ahogará el cine futuro en su propio ruido? ¿Nos engañará el sistema con una revolución vacía? Mi preocupación principal no es por el futuro mismo del cine. Mi preocupación es por el futuro del individuo que produce el cine futuro. ¡Conoce y cree en tu cine individual, y siéntete bendecido por tener un cine en el cual crees!


∗ Este artículo fue publicado por primera vez en una traducción al francés en 24 images: Revue québécoise du cinema, no. 129 (2006).

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