CINE, ARTE, NUEVOS MEDIOS

martes, 28 de julio de 2009

El proceso continuo de devenir


Hace diez años asistí a una proyección organizada por Anthology Film Archives en Toronto. No recuerdo el nombre del programa, pero estaba dedicado a exploraciones de la luz por parte de los cineastas de vanguardia.
El programa me permitió ver por primera vez Eaux d’artifice de Kenneth Anger así como las películas de Jim Davis, entre otras películas que, por alguna razón, no recuerdo bien.
Antes de que empezara la función, Stan Brakhage entró en el recinto y lo vi acercarse y sentarse a mi lado. Creo que iba acompañado de su esposa.
La función comenzó y el programador presentó, una a una, las películas que componían el programa.
Entre las películas que mostraron esa noche, se proyectó Becoming (Devenir) de Jim Davis.
Becoming es una película sobre la luz cuyas formas mismas están compuestas de luz.
Las películas de Davis eran registros de las formas y colores producidos por la luz que entraba por la ventana y que atravesaba móviles translúcidos que él había dispuesto. Fotografiaba las imágenes que le parecían interesantes y sólo cuando se producía un evento lumínico particularmente singular, agarraba la bolex y filmaba. Alguna vez oí decir que Jim Davis era una persona que sufría de varios problemas de salud que lo mantenían postrado en cama durante largas temporadas. Si mal no me equivoco, Becoming es una de las películas que filmó hacia el final de su vida, cuando su salud empeoraba.
Lo poco que sé acerca de la película me ha hecho imaginar a Davis meditando, desde su cama, mientras se concentraba en las imágenes que formaba la luz en la oscuridad de su cuarto.

Aquella noche en que vi por primera vez la proyección de Becoming, lo más especial fue la reacción de Stan Brakhage, quien se encontraba a mi lado.
Brakhage se sintió tan conmovido por la película que no pudo evitar suspirar durante toda la proyección: sus repetidos “oh…..” expresaban una mezcla de admiración y de nostalgia.

Un año más tarde fui a escuchar a Brakhage quien presentaba en Cinemathèque Ontario un programa de películas que lo habían influenciado. Brakhage mostró “Becoming” y contó que la había visto por primera vez hacía un año, en el mismo evento al que yo había asistido. Pocos años después, Brakhage falleció . Había padecido varios años de enfermedad y la consciencia de la muerte se había manifestado en las películas realizadas en los últimos tiempos, por ejemplo: The God of Day Had Gone Down Upon Him.
La reacción de Brakhage al ver Becoming por primera vez me había parecido deberse a su sensibilidad ante las manifestaciones de la belleza de la luz. Luego, creí entender que lo que lo había conmovido no era sólo la belleza de las imágenes. Creo que había sentido una cercanía con respecto a Davis, es decir que había compartido su percepción a un nivel muy profundo.

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En la página de Robert Haller, se puede leer que:

En 1941 o 1942, Davis notó cómo la luz del sol se refractaba al pasar por el vidrio y el plástico [y] desde 1945 presentaba conciertos de luz para sus amigos, pero luego decidió que debía registrarlos y, eventualmente, mejorar sus experimentos visuales diseñándolos como películas. Para su gran satisfacción, el público creyó reconocer en sus películas, visiones de fuerzas subatómicas o estelares. Davis [...] creía estar explorando “aspectos inadvertidos del universo físico” y “potencialidades no reconocidas de la imaginación humana”

Aquél era un momento de gran entusiasmo para los [norte]americanos que se interesaban en la ciencia. Davis empezó a realizar películas en 1946, sólo un año después del principio de la era atómica, […] Davis vivía en Princeton, cerca de Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer. Davis se encontró con Einstein en varias ocasiones y hasta lo fotografió en 1954, poco tiempo antes de la muerte del gran físico. […]

Para Davis, su imaginería era tan metafórica como concreta (él realizó películas cinco décadas antes de que imágenes similares nos fuesen mostradas por el telescopio espacial Hubble o por el microscopio electrónico). Lo que le parecía más extraordinario era cómo las corrientes de flujos energéticos, tanto a través de la luz refractada como del movimiento en el agua y el aire, se parecían entre ellas. Este tema de los patrones de los flujos de energía que nos rodean pero que no solemos percibir, aparece en varias de sus películas.

En sus comentarios sobre sus películas, Davis rechazaba términos simples como abstracto y realista, insistiendo usualmente en que sus imágenes tenían una base concreta. […]

Metafóricas y concretas, las imágenes de Davis de la luz en la oscuridad son algo más, algo que bordea el misterio.

[Davis escribió acerca de una de sus películas]:

“Esta película es una suerte de música creada para ser mirada. Pretende expresar aquellos procesos creativos a partir de los cuales todas las cosas surgen. La primera secuencia sugiere el nacimiento del sol, y la siguen los efectos de la luz, la fuente de toda energía. Luego, una secuencia que sugiere la fertilización es seguida por un movimiento como el del agua, porque todo proviene del agua. Luego, una forma emerge lentamente y parece luchar por desarrollarse. En las siguientes secuencias parece más y más compleja hasta que al final está a punto de manifestarse en una cosa particular” […]

Davis comprendía claramente la noción de que la materia en nuestro cuerpo proviene de las cenizas de estrellas consumidas. En el último año de su vida, realizó dos películas que afirmaban que cuando muramos una parte de nosotros regresará al vasto abismo del espacio. En Muerte y Transfiguración, y su secuela Danzas Fantásticas, Davis mezcló cuerpos [humanos] con las corrientes de energía que fluyen por el universo. Para Davis esto era muy personal: su mala salud lo hizo consciente de su mortalidad y su arte propuso una respuesta: él sería “parte de un flujo sin fin, un proceso continuo del devenir”.

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