Como era de esperarse, desde que Bruce Conner falleció hace más de dos años se han multiplicado las proyecciones retrospectivas de su obra, y sus ensamblajes y demás obras parecen ahora surgir en sectores de museos donde antes no se encontraban.
Todo eso es bueno.
Nitrato lírico anunciaba recientemente la muestra retrospectiva de la obra de Conner en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.
En esta entrada sólo quiero llamar la atención sobre el artículo colgado en la página IDIOM, una excelente reseña de las películas de Bruce Conner, publicado con ocasión a la proyección de sus películas en Film Forum.
He traducido el inicio de dicho artículo.
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La forma social, de culto y anti-pop de Frankenstein: Bruce Conner en Film Forum
El lenguaje del mundo visual es interno y externo a la vez, simultáneamente e inconscientemente ignorado y absorbido. En raras instancias sus manipulaciones nos permiten percribirlo y tomar parte en la conversación. La mente trabaja sin cesar, consumiendo imágenes constantemente, sin un respiro para meditar sobre la serie de connotaciones que se acumulan rápidamente. En esas ocasiones en las cuales el vocabulario se revela, podemos considerar la manera en que estas asociaciones se relacionan unas con otras y delinean nuestra percepción; una instrospección casi espiritual de nuestro banco de datos visual y una apertura para la participación activa en el diálogo visual.
Cuando Bruce Conner falleció en 2008 a la edad de 74 años, su legado, así como su trabajo, no era simple de decifrar. La suya fue una carera multifacética guiada por un escepticismo ardiente. Ahí donde las palabras no eran confiables, él trabajó con imágenes. Cuando su estilo fue elogiado, lo cambió. Cuando el arte comercial lo aceptó, simuló su propia muerte (su primera exposición individual se llamó "El trabajo del que fuera Bruce Conner"). Sospechaba de las instituciones, dio por concluida su carera más de una vez, retiró sus películas de los canales de distribución y frecuentemente envió representantes para que se hicieran pasar por "Bruce Conner" en paneles y proyecciones. Cuando llegó el momento de conmemorar al proteico Conner, fue canonizado por su trabajo en escultura, collage y ensamblaje, pero fue su experimentación con la imagen en movimiento la que lo hizo merecer tantos homenajes y que perdura como su trabajo más relevante [...].
IDIOM. Stephanie Harris 11 de noviembre, 2010
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